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ACUERDOS DE PAZ


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Lo que empezó en La Palma, Chalatenango, el 15 de octubre de 1984, culminó el 16 de enero de 1992 en el Castillo de Chapultepec, Ciudad de México, fueron firmados por el expresidente Alfredo Cristiani, el fallecido líder del FMLN Schafick Handal, el ex canciller Óscar Santamaría, nuestro rector emérito y escritor David Escobar Galindo, y el ex comandante Roberto Cañas. Las primeras negociaciones entre gobierno y guerrilla fueron acercamientos al diálogo, sin obtener verdaderos acuerdos que derivasen en el fin del conflicto. Tras varias rondas de negociación, el número de víctimas seguía creciendo y la polarización política dificultaba la finalización pacífica del conflicto. En 1989, tras la intervención de Naciones Unidas, se iniciaron negociaciones que arrojaron acuerdos concretos para la salida consensuada al conflicto. Se nombraron comisiones negociadoras por ambas partes y se estableció una agenda para tratar los puntos álgidos por resolver. Como resultado de la negociación, se produjeron varios acuerdos y modificaciones de la Constitución de la República, que permitieron que ambas partes cedieran hasta lograr un consenso, en parte forzados por factores internos y externos que influyeron en las decisiones. El documento final de los acuerdos se dividió en 9 capítulos que abarcan 5 áreas fundamentales: modificación de las Fuerzas Armadas, creación de la Policía Nacional Civil, modificaciones al sistema judicial y a la defensa de los Derechos Humanos, modificación en el sistema electoral y adopción de medidas en el campo económico y social. El cumplimiento de los acuerdos se dio bajo la tutela de una misión especial de Naciones Unidas, la cual dio un finiquito tras 3 años de gestión. Si bien hay que celebrar el Acuerdo, es mucho más importante dar a conocer su auténtico significado y lo que representa como expresión del espíritu salvadoreño. En aquel momento se vio la finalización definitiva de la violencia armada como un brote histórico con todos los signos a favor. Eso era lo que naturalmente podía esperarse, sobre todo porque los liderazgos políticos, incluyendo los que provenían del campo revolucionario, se habían incorporado sin ningún problema de aceptación mutua al proceso que se estaba reconfigurando. Pero lo que muy pronto quedó en evidencia fue que no bastaba con la incorporación pacífica de todos: era necesario que se entrara en una dinámica de reenfoques sobre las diversas áreas del fenómeno real para poder pasar desde ahí a las correcciones estructurales y conductuales pertinentes, conforme a los requerimientos de la época que se estaba iniciando. Eso no se dio de manera oportuna, y las distorsiones comenzaron a imponerse, con variantes respecto de lo que ocurría en tiempos anteriores pero sin que se dieran replanteamientos verdaderamente reordenadores y revitalizadores. Durante 1981 con la Ofensiva General y en 1989 con la Ofensiva Hasta el Tope, la agrupación del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) intentó conquistar la ciudad capital de San Salvador junto a cabeceras departamentales. Sin resultados a favor, las fuerzas armadas rechazaron el ataque de los guerrilleros que bajaron de las montañas que rodeaban la capital, la lucha, en una ocasión, se extendió a pocas cuadras de la Casa Presidencial. Según el Informe de la Comisión de la verdad elaborado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las fuerzas gubernamentales fueron las acusadas en el 85 % de un aproximado de 22 mil denuncias recibidas entre casos de homicidios, desapariciones, violaciones, torturas, secuestros y lesiones, concluyendo después que fueron las responsables del 62 % de los asesinatos de civiles; mientras que los grupos paramilitares de extrema derecha, donde se encontraban los Escuadrones de la Muerte serían responsables del 35 % y los guerrilleros del FMLN, eran responsables de tan solo el 13 % de los asesinatos de civiles. Entre los casos más destacados que resalta el informe realizado por la ONU se encuentran la masacre de El Mozote, el asesinato de monseñor Romero, el asesinato del Procurador General De la República en 1980, Mario Zamora, entre otros que tuvieron lugar durante el conflicto armado. Cuando faltaba poco para que se cumplieran 12 años de conflicto bélico en el terreno, con dos estructuras armadas en lucha que contaban con el respectivo apoyo de las dos superpotencias mundiales de entonces, todas las condiciones imperantes tanto en nuestro país como en el mundo fueron conduciendo irreversiblemente hacia el fin de la guerra, poniendo en acción lo que casi nadie había anticipado hasta aquel momento: la solución política negociada, con todo el apoyo internacional y con signos de ejemplaridad que fueron reconocidos sin excepción. Aquel jueves 16 de enero de 1992 por la mañana, en el Castillo de Chapultepec de la ciudad de México, se suscribió el Acuerdo de Paz, ante la presencia y la mirada del mundo, con lo cual El Salvador no sólo dejaba atrás un sangriento conflicto sino que se incorporaba con las mejores credenciales a la nueva época mundial, que estaba también alzando vuelo. En aquel momento se vio la finalización definitiva de la violencia armada como un brote histórico con todos los signos a favor. Eso era lo que naturalmente podía esperarse, sobre todo porque los liderazgos políticos, incluyendo los que provenían del campo revolucionario, se habían incorporado sin ningún problema de aceptación mutua al proceso que se estaba reconfigurando. Pero lo que muy pronto quedó en evidencia fue que no bastaba con la incorporación pacífica de todos: era necesario que se entrara en una dinámica de reenfoques sobre las diversas áreas del fenómeno real para poder pasar desde ahí a las correcciones estructurales y conductuales pertinentes, conforme a los requerimientos de la época que se estaba iniciando. Eso no se dio de manera oportuna, y las distorsiones comenzaron a imponerse, con variantes respecto de lo que ocurría en tiempos anteriores pero sin que se dieran replanteamientos verdaderamente reordenadores y revitalizadores. A estas alturas, debería ser perfectamente claro para todos, tanto para los actores nacionales como para los observadores internacionales, y muy en especial para la ciudadanía que es el sujeto principal del proceso, que nuestro ejercicio pacificador sentó bases muy sólidas para el desenvolvimiento de una nueva realidad nacional, en la que la lógica democrática y el régimen de libertades estuvieran confiablemente consolidados y debidamente garantizados. Hemos avanzado, pese a las ineficiencias e insuficiencias, pero desde luego la tarea que está por asumir y por concretar es todavía de gran volumen y de mucho compromiso. El Acuerdo de Paz lo que logró fue abrir una era de participación política sin las exclusiones que se habían mantenido desde siempre. Pero un escenario, por adecuado y auspicioso que sea, no puede funcionar solo: necesita que los que actúen en él se desenvuelvan como debe ser. Ahí está la deuda por cubrir. Si bien hay que celebrar el Acuerdo, es mucho más importante dar a conocer su auténtico significado y lo que representa como expresión del espíritu salvadoreño. Y en especial en lo que toca a las nuevas generaciones es ineludible que tengan la información y el conocimiento que les permitan valorar la fuerza de la salvadoreñidad desde sus raíces. Este año, que es tan desafiante en tantas direcciones, tiene que convertirse en la revelación de una nueva plataforma de vida nacional. Y eso hay que proyectarlo y desplegarlo en el tiempo, para que el presente y el futuro nos sean propicios.
https://www.laprensagrafica.com/opinion/Han-transcurrido-27-anos-desde-la-firma-del-Acuerdo-y-la-construccion-de-la-paz-tiene-aun-muchas-tareas-pendientes-20190115-0341.html https://www.ujmd.edu.sv/27-anos-de-la-firma-de-los-acuerdos-que-marcaron-la-paz-en-el-salvador/ http://repositorio.utec.edu.sv:8080/xmlui/handle/11298/603
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GUERRA CIVIL EN EL SALVADOR


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Durante doce años, entre 1979 y 1991 El Salvador se vio envuelto en una guerra civil entre el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y los sucesivos gobiernos del país, de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). Si bien la ONU, como fuente oficial, data la guerra civil salvadoreña entre 1979 y 1991, no existe una fecha exacta que se tome como referencia del inicio del conflicto. Son numerosos los estudiosos y expertos en el enfrentamiento armado de El Salvador, que aseguran que la guerra, que se cobró 75.000 vidas, no comenzó hasta después del asesinato, el 24 de marzo de 1980, de monseñor Óscar Arnulfo Romero, que será beatificado el próximo sábado, 23 de mayo, en la capital salvadoreña. Una de las voces más insistentes al respecto es la de monseñor Urioste, quien asegura que durante el período del arzobispado de Romero no hubo una guerra declarada, sino que su asesinato dio lugar al comienzo del conflicto. El primer período del enfrentamiento civil, desde su inicio hasta 1983, está marcado por la instauración de la violencia de manera sistemática, y el terror y la desconfianza en la población civil, así como la desarticulación de cualquier movimiento opositor. Durante la primera etapa del conflicto, que abarca unos 3 años, los escuadrones de la muerte asesinaron a 34.131 civiles, según el informe de al ONU a través de la Comisión de la Verdad, encargada del estudio de los crímenes de la guerra salvadoreña. La segunda parte del enfrentamiento armado en El Salvador, que se fecha entre 1983 y 1987, se caracterizó por "las violaciones a la vida, la integridad física y la seguridad en los centros urbanos", señala el informe oficial. A pesar del recrudecimiento aparente, en este segundo período, se reduce notablemente el número de asesinatos a manos de los escuadrones de la muerte, que pasan de 5.962 en 1982, a 1.655 en 1985. Para entonces, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) fortalece su estructura y da muestras de poder en la esfera militar, con acciones a gran escala y con el control territorial, aunque temporal, de diversos lugares del país. A partir de 1985 el FMLN inicia un período en el que sus objetivos prioritarios son los asesinatos de alcaldes y funcionarios del Gobierno en zonas estratégicas del conflicto, con lo que la guerrilla intenta demostrar su "poder" en El Salvador. Los crímenes contra políticos dan paso a bombardeos aéreos indiscriminados, ataques masivos de artillería e incursiones de la infantería, que generan grandes masacres en todas las comunidades. Durante el segundo período hubo varios intentos de diálogo, pero todos se frustraron debido a la radicalización de las partes. El FMLN y Democracia Cristiana, que gobernó el país entre 1984 y 1989, con José Napoleón Duarte como presidente, no lograron llegar a un acuerdo para alcanzar la paz en El Salvador. En 1989 comienza el tercer período del conflicto y finaliza en 1991 con la firma de los Acuerdos de Paz. El 11 de noviembre de 1989, el FMLN inicia la mayor ofensiva registrada en toda la guerra que alcanzan tales dimensiones, que obliga a decretar el estado de excepción. En el mismo año, ARENA se hace de nuevo el gobierno del país, con Alfredo Cristiani como presidente, quien logra un acuerdo de paz con el FMLN, que se firmó el 16 enero de 1992, tras las negociaciones de más de dos años auspiciadas por la ONU. Entre los 75.000 muertos durante la guerra civil de El Salvador, se cuenta, oficialmente, a monseñor Óscar Arnulfo Romero, aunque sean numerosas las voces que dicen que fue su muerte la que dio paso al conflicto.
Durante los 12 años de guerra civil salvadoreña (1980-1992) y en años previos, sacerdotes, religiosas y personas afines a la iglesia católica, fueron asesinados por los escuadrones de la muerte. Sin tener un dato exacto de los asesinatos, Monseñor Ricardo Urioste, presidente de la Fundación Monseñor Romero, dijo a Efe que al menos 16 religiosos murieron violentamente en ese período. Los casos que más indignación generaron, en el país e internacionalmente, fueron los asesinatos de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, los padres jesuitas de la Universidad Centroamericana "José Simeón Canas" (UCA), el padre Rutilio Grande y el de las religiosas norteamericanas. Según el informe de la Comisión de la Verdad, "el 24 de marzo de 1980 el Arzobispo de San Salvador, Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, fue asesinado cuando oficiaba la misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia". El asesinato es atribuido al exmayor Roberto D'Aubuison, fundador de la derechista ARENA. El 16 de noviembre de 1989, miembros del Alto Mando de la Fuerza Armada ordenaron el asesinato de los jesuitas de la UCA. Elementos del Batallón Atlacat ejecutaron el asesinato de los seis sacerdotes, la asistenta y su hija, "e intentaron dejar evidencia que falsamente implicaba en el hecho a los rebeldes FMLN", explica el informe de la Comisión de la Verdad. Por otro lado, el 12 de marzo de 1977, el padre Rutilio Grande fue ametrallado por los escuadrones de la muerte. El día 2 de diciembre de 1980, miembros de la Guardia Nacional de El Salvador detuvieron a las religiosas Ita Ford, Maura Clarke, Dorothy Kazel y Jean Donovan, una vez que habían abandonado el aeropuerto internacional.
Las religiosas, fueron llevadas a un lugar aislado, donde las ejecutaron, "disparándoles a corta distancia", explica en documento de la ONU. Otros de los asesinatos recogidos en el informe de la Comisión de la Verdad son el de los sacerdotes Alfonso Navarro (1977), Ernesto Barrera Motto (1978), Octavio Ortiz, Rafael Palacios y Alirio Napoleón, asesinados en 1979. También se menciona al jesuita, Francisco Peccorini, muerte que se atribuye a un comando urbano del FMLN, hecho corroborado en el informe de la Comisión de la Verdad.
https://www.lavanguardia.com/20150519/54431340042/la-guerra-civil-salvadorena-escenario-de-75-000-muertes.html http://www.uca.edu.sv/coleccion-digital-IMB/wp-content/uploads/2015/12/1981-La-guerra-civil-en-El-Salvador.pdf
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GUERRA DE EL SAVADOR Y HONDURAS


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El Salvador, que es el país más pequeño de Centroamérica, tenía una población cercana a los 3 millones de habitantes en 1969. La mayor parte del país estaba controlado por una élite de terratenientes ricos que había dejado poco espacio para los campesinos pobres. Honduras, por su parte, aunque también estaba dominado por una élite similar, tiene cinco veces el tamaño de El Salvador y en ese momento apenas contaba con 2,3 millones de habitantes.
Debido a esto, durante gran parte del siglo XX, miles de salvadoreños se habían mudado a Honduras con la idea de aprovechar esa tierra disponible y también para trabajar en compañías estadounidenses que operaban en el país. Cerca de 300.000 salvadoreños estaban viviendo en Honduras en el momento en que comenzó el conflicto. Esa élite salvadoreña había promovido la migración masiva, para así aliviar la presión sobre la posesión de la tierra y los llamados para hacer una redistribución. Pero a su vez, los migrantes habían creado un gran resentimiento entre los campesinos hondureños, que a su vez libraban una batalla simultánea por la tierra contra la élite de su país. En medio de esta situación, el gobierno de Honduras aprobó una reforma agraria para evitar más tensiones. El problema fue que esa ley se enfocó no en la tierra que poseían los terratenientes y las compañías estadounidenses, sino en la que tenían los migrantes. El entonces presidente hondureño, Oswaldo López Arellano, comenzó a deportar a los salvadoreños que habitaban su país. Además de esto, existía una disputa limítrofe en una zona conocida como el golfo de Fonseca, un pequeño sector de agua en la costa del Oceáno Pacífico que comparten Honduras, El Salvador y Nicaragua. "En gran medida, esta guerra tuvo que ver con la tierra disponible, demasiada gente en un lugar demasiado pequeño, y la oligarquía gobernante simplemente alimentó el fuego con la ayuda de la prensa", le dijo a la BBC Dan Hagedorn, el autor de "Cien horas de guerra". A su vez, el gobierno del presidente salvadoreño Fidel Sánchez intentaba lidiar con el regreso masivo de los migrantes, mientras la oligarquía terrateniente comenzaba a presionar para que se tomaran acciones militares. Los medios comenzaron a publicar reportes sobre la persecución a los salvadoreños, en los que se incluían testimonios de violaciones y asesinatos. Y fue en la mitad de este mar de tensiones cuando se disputaron aquellos tres partidos de fútbol. "Estaban pasando cosas más graves a nivel político. Pero coincidentemente, que se tuvieran que disputar esos tres encuentros para el Mundial de 1970 no ayudó para nada. Aquí el fútbol se vive de una forma muy apasionada", le explicó a la BBC Ricardo Otero, periodista deportivo de la cadena Univisión.
"Sentimos que teníamos el deber patriótico de ganar. En serio teníamos miedo de perder, porque en esas circunstancias iba a ser una deshonra que nos iba a acompañar por el resto de nuestras vidas", dijo Rodríguez. "Lo que sí no sabíamos era la importancia histórica de ese gol: que sería utilizado como un símbolo de la guerra", añadió. ¿Cómo ocurrió? El 27 de junio, mientras los jugadores se preparaban para el partido decisivo, El Salvador rompió relaciones diplomáticas con Honduras. El ministro del Interior salvadoreño, Francisco José Guerrero, dijo que cerca de 12.000 salvadoreños habían dejado Honduras después del segundo partido debido a "una persecución, proveniente de un partido entre ambas selecciones", de acuerdo al reporte del diario británico The Guardian. Al día siguiente del partido, la agencia de noticias UPI envió un artículo con un titular sugerente: "La 'guerra' del fútbol la ganó El Salvador 3-2". De acuerdo al reporte, cerca de 1.700 efectivos de la policía mexicana habían sido desplegados para evitar actos de violencia. Mientras que los hinchas salvadoreños gritaban "asesinos, asesinos" a sus rivales. "La gente estigmatizó ese gol como si hubiera sido el detonante de la guerra. Igual, la guerra hubiera comenzado con o sin ese gol". Tras el partido, las escaramuzas fronterizas se intensificaron. El 14 de julio, El Salvador ordenó a sus fuerzas militares invadir Honduras y se lanzó una ofensiva aérea. Hagedorn, quien en ese momento hacía parte del ejército de EE.UU. y estaba instalado en la zona del Canal de Panamá, tenía su oficina cerca del teletipo. "Cada vez que recibíamos algún tipo de alerta, la máquina empezaba a imprimir cosas automáticamente, por su cuenta", recordó. "Lo recuerdo vívidamente: comenzó a tipear y siguió, siguió. Yo pregunté: '¿Qué diablos está pasando?' Así que nos acercamos y echamos un vistazo, ahí nos dimos cuenta de que los salvadoreños habían invadido Honduras", anotó. El periodista polaco Ryszard Kapuscinski fue uno de los pocos corresponsables extranjeros que estaban en la zona cuando comenzó la invasión. Según contó, envió sus artículos desde Tegucigalpa a través del único teletipo que había en el país. El mismo que había utilizado minutos antes el presidente López Arellano para informarle a su embajador en EE.UU. sobre la invasión. Unos años después, Kapuscinski escribió sobre esos días en Honduras y recordó los grafitis que había en las paredes de la capital: "Nadie le gana a Honduras" y "Vamos a vengarnos de ese 3-0". En ese tiempo, la Organización de Estados Americanos, logró que ambos países llegaran a un cese al fuego el 18 de julio, después de que 3.000 personas murieran, la mayoría de ellos civiles hondureños. Muchos de ellos resultaron desplazados por los combates. Después de una fuerte presión internacional, El Salvador retiró sus tropas en agosto. Pero el resentimiento no terminó ahí. Durante décadas no hubo intercambio comercial entre ambos países y la frontera se clausuró. Mo Hume, profesor de la Universidad de Glasgow, le explicó a la BBC que los problemas domésticos en El Salvador que causaron la Guerra del Fútbol -una pequeña élite terrateniente y un gran número de agricultores desposeídos- afectarían al país durante décadas siguientes al conflicto. "Las preguntas socioeconómicas más importantes que formaron parte de la Guerra del Fútbol fueron la causa principal de la guerra civil [de El Salvador] desde 1979 hasta 1992", dijo. Se cree que más de 70.000 personas murieron en el conflicto.
Desde entonces, las tensiones entre Honduras y El Salvador han perdurado. Las disputas fronterizas entre ambos países continúan hasta ahora, más allá que en 1992 la Corte Internacional de la Haya hubiera tomado una decisión al respecto. Pero para el hombre que marcó aquel gol para El Salvador, no es rencor lo que tiene en su memoria. "Para mi ese gol siempre va a ser una fuente de orgullo deportivo. De lo que estoy seguro ahora que las autoridades y los políticos usaron esa victoria para glorificar la imagen del país", dijo Rodríguez, quien cumplió 70 años. Y más allá de lo que ocurrió, Rodríguez tiene claro la selección de El Salvador siempre obtuvieron un inmenso "aprecio y respeto" de sus rivales hondureños. "Nunca fue un partido entre enemigos, sino entre rivales deportivos", concluyó.
http://revistas.ues.edu.sv/index.php/launiversidad/article/view/123 https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-48785805
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ETAPA DE LA DICTADURA MILITAR EN EL SALVADOR


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Militarismo y militarización en El Salvador Es importante precisar y diferenciar las categorías de militarización y militarismo en nuestro contexto nacional, aunque relacionadas las categorías, existe una diferencia fundamental determinante para hacer el a analisis en el caso de la experiencia salvadoreña.
Por militarismo se entiende el predominio o influencia militar en el gobierno de un país, por militarización se entiende el sometimiento del pueblo a los aparatos militares del estado, es decir, la primer categoría se expresa cuando los militares capturan el aparato de estado que administra la cosa pública y se convierten las fuerzas armadas en el grupo políticamente gobernante al servicio de la clase dominante, en cuanto a la segunda categoría, militarización, se expresa cuando desde el aparato de estado responsable de la administración publica, es decir el gobierno, utiliza el aparato militar para mantener el orden dominante, esta militarización puede ser impulsada tanto por civiles como por militares, dependiendo del grupo político que gobierne un país y el proyecto político, económico, cultural, religioso o ideológico que defienda. El Salvador históricamente ha tenido presente tanto el militarismo como la militarización.
Desarrollo Historico Del Militarismo En El Salvador El Salvador es un país de apenas veintiún mil kilómetros cuadrados, muy pequeño en cuanto a su extensión territorial, en el cual convivimos más de seis millones de habitantes que sumados a los más de tres millones de salvadoreños y salvadoreñas en el exterior hacen una población aproximada de diez millones en total, sin embargo es un país con mucho conflicto interno, marcado por una serie de guerras consecutivas en su desarrollo histórico. La primer guerra significativa fue la de 1524 cuando los invasores castellanos cruzaron el rio paz y asesinaron, sometieron y esclavizaron con las armas y las cruces a los pueblos Pocomames al occidente del país, Chortis al norte, pipiles al centro y lencas al oriente. La segunda guerra de mayor importancia histórica fue la de 1883 con el levantamiento de los pueblos Nonualcos liderados por Anastasio Aquino quien fue asesinado por la lucha en defensa del territorio junto con cientos de compañeras y compañeros de los pueblos originarios. La guerra de 1932 liderada por Anastasio Aquino en un levantamiento indígena-campesino que termino con la masacre de miles de compañeras y compañeros. La guerra de las cien horas entre oligarquías hondureñas y salvadoreñas por el predominio del Mercado Común Centroamericano en 1969. La quinta guerra es la civil, que duro veinte años y finalizo con los llamados “acuerdos de paz” y la sexta es la actual, la que llamaremos guerra social, la más sangrienta de nuestra historia y la más compleja, que se encuentra en pleno desarrollo y abordaremos más adelante en el analisis. El militarismo en El Salvador se expresó más a raja tabla durante la dictadura militar de Maximiliano Hernández Martínez, quien fuera presidente de 1931 a 1944, dos acontecimientos marcados por golpes de estado, el primero propiciado por el grupo militar al cual pertenecía Martínez quien fuese el autor intelectual del asesinato de Enrique Araujo, presidente anterior a la dictadura y el segundo producto de una huelga general de brazos caídos donde participaron diferentes actores sociales que culmino con el derrocamiento del Dictador. En esto es importante destacar que fue durante la dictadura Martínez que los militares se consolidaron como grupo políticamente gobernante, controlando todas las instituciones del estado y reprimiendo a sangre y fuego al pueblo salvadoreño, en consecuencia fueron los años del militarismo en su máximo apogeo. Los militares, siempre al servicio de las oligarquías como clase dominante, desaparecieron como grupo gobernante con el fin de la guerra civil y salieron de las instituciones de estado, esto se expresa en el artículo 212 de la Constitución de la Republica, que establece: “La Fuerza Armada tiene por misión la defensa de la soberanía del estado y de la integridad del territorio.” Después del fin de la guerra civil aparecen los partidos políticos y sus cúpulas como grupos políticamente gobernantes, sustituyendo a la fuerza armada y se consolido el bi partidismo como régimen dominante entre los partidos ARENA y fmln (Que no es el mismo histórico FMLN guerrillero, por su naturaleza y proyecto político), sostén del proyecto económico e ideológico del Neoliberalismo en El Salvador. Desarrollo De La Militarizacion En El Modelo Neoliberal Salvadoreño Como hemos apuntado, después de la guerra civil se consolido el Neoliberalismo en el país como modelo predominante, donde el Estado desaparece y aparece el Mercado como amo y señor de la vida de la gente, esto supone que el aparato de estado debía estar al servicio del Mercado y siendo el Bi Partidismo el régimen político adoptado, este debía garantizar el desarrollo total del modelo económico dominante. El modelo Neoliberal brutal impuesto en la sociedad salvadoreña promovió la exclusión económica y profundizo la precarización del pueblo, fomento el individualismo y abandono el desarrollo de la vida misma, consecuentemente se produce el fenómeno de las pandillas, como hijas legitimas del modelo Neoliberal, en la cual a lo largo de treinta años se integraron miles y miles de jóvenes excluidos de un sistema educativo, de un sistema de salud, de un empleo digno, de una vivienda digna, de un sistema económico justo, jóvenes que encontraron en estas formas de organización delincuencial un modo de sobrevivencia, asesinando y extorsionando a la población en general, se apoderaron de los territorios, pactaron con grupos del narcotráfico, se armaron y se consolidaron como poder político, económico y militar. En respuesta a esto, todos los gobiernos neoliberales de los últimos años, incluidos el actual, han abordado el tema como un problema de delincuencia, sin atacar las causas estructurales que lo originaron. Militarizaron la Policía Nacional Civil creada después de los acuerdos de paz, formaron a los miembros de la corporación bajo una filosofía castrense y crearon aparatos especializados en la represión, mismos que son utilizados para reprimir a la población en general, sean o no pandilleros. En el periodo del presidente Elías Antonio Saca, presidente de El Salvador del año 2004 al 2009, proveniente del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), partido representante de la oligarquía tradicional salvadoreña, saco a la Fuerza Armada acuartelada y le designo funciones de “seguridad pública” con las cuales se originaron cientos de violaciones a derechos humanos, luego con la victoria electoral del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y la llegada al gobierno del Presidente Mauricio Funes, se retomó la vía militar para “combatir” el problema de las pandillas, pero bajo la misma lógica militarista, continuando así las violaciones a derechos humanos por parte de militares sobre todo a jóvenes, que solo por el hecho de serlo ya los etiquetaban de pandilleros o pandilleras. En el periodo del 2014 al 2019 llega a la presidencia Salvador Sánchez Ceren, proveniente del mismo partido político, el cual consolido la militarización y no solo mantuvo la presencia de soldados en las calles , barrios y cantones del país, sino que además saco tanquetas y material de uso militar en la capital San Salvador, ninguna de estas propuestas obtuvo resultados de solución esperados, esto porque el abordaje sigue siendo incorrecto, pues no se trata de un problema de delincuencia nada más, sino, de un fenómeno estructural. Con la llegada del nuevo Gobierno dirigido por el actual presidente Nayib Armando Bukele el año pasado, se profundiza la política de militarización, pues la primer medida fue reclutar a más de tres mil soldados para el “combate” contra las pandillas.
Militarizacion En El Momento Actual El país vive un nuevo momento político interesante, el año pasado en las elecciones presidenciales se consolida la derrota del Bi Partidismo montado desde hace treinta años y por primera vez llega a la presidencia de la republica un candidato distinto a los provenientes de los partidos políticos tradicionales. Esta derrota se debió al hartazgo que tenía la gente de los políticos tradicionales y del régimen político partidista en general, en una breve aproximación a la caracterización del gobierno actual hay que decir que se adopta la posición política del centrismo figurado, es decir aquel que aparece fuera de las tradicionales derechas e izquierdas, con un modelo llamada modernización del capital en la cual se fortalece una burguesía en conflicto con la oligarquía tradicional que toma el aparato de estado para fortalecer su proyecto político y económico, bajo una gestión corporativista el grupo políticamente gobernante dejan de ser los partidos políticos y aparece la pequeña burguesía empresarial en su lugar. Por otra parte con la toma de posesión del nuevo gobierno de Nayib Bukele en junio de 2019, se adopta un nuevo plan denominado “Plan Cuscatlán” dentro del cual se contempla como apuesta para combatir la delincuencia unas acciones más represivas mediante el plan control territorial. Este consiste en el despliegue del ejercicito y policía a nivel nacional, esto conlleva a incrementar el número de efectivos militares y la adquisición de nuevos pertrechos como chalecos, cascos y uniformes, que además va implícito un incremento de presupuesto nacional hacia este cartera de estado, haciendo recortes presupuestarios de otras áreas esenciales para el desarrollo del país. Con el plan territorial endurece las medidas extraordinarias en centros penales y se desata una persecución a los jóvenes en el campo y ciudad, en el cual se cometen actos de violación a los derechos humanos, propiciando golpizas a los jóvenes sin tener ningún delito, lo cual ahora en nuestras comunidades en lugar de generar confianza y sentirse seguro porque hay cuerpos policiales cerca, se siente represión dado que se ha satanizado a la juventud e intimidan porque se espera que en cualquier momento comiencen a golpear sin justificación solo por el hecho de ser jóvenes. Por otra parte si hay policías cerca se siente inseguridad dado a que se ha creado enfrentamientos entre la policía y las pandillas donde en muchos casos han sido lastimadas personas inocentes. “No podemos ver a un policía o soldado porque si nos corremos nos golpean y si no también” La gran pregunta obligada es: ¿será sostenible en el tiempo una acción represiva y un presupuesto que en lugar de utilizarlo en esa área sea utilizado en actividades de prevención? Sin ser pesimistas creemos que no, pues aunque hay resultados tangibles, lo único cierto es que el fenómeno de las pandillas sigue en cada barrio o comunidad extorsionando, ejerciendo su control sobre la población y su economía. La última encuesta de la Universidad Centroamericana (UCA) refleja un alto grado de aceptación de la gente hacia el Plan Control Territorial, sin embargo una gran mayoría identifica aun que el problema más importante a resolver además del económico es la inseguridad. Es importante aclarar que la seguridad no se limita a la inexistencia de pandillas o a la presencia policial y militar en el territorio, pues su efecto es todo lo contrario, la seguridad tiene que ver con garantizar las condiciones materiales de existencia de las y los salvadoreños. Propuesta Desde El Movimiento Popular En un primer momento el enfoque con el cual se aborda el problema de pandillas en El Salvador debe cambiar, pues no se trata de un fenómeno delincuencial solamente, sino de a una auténtica guerra, que por sus características se define como GUERRA SOCIAL, por tanto, toda solución a la misma debe atacar los problemas estructurales originados por el sistema capitalista y el modelo neoliberal en el país, el Mercado debe desaparecer como lo determinante en la vida del país y recuperar los territorios desde el empoderamiento de las comunidades donde la vida y la reproducción de la vida sea la base fundamental del nuevo proyecto de país, además se deben atacar los niveles de desigualdad con un enfoque de género que permita desarrollar todas las energías de compañeros y compañeras como sujetos principales de las transformaciones sociales, esto acompañado del desmontaje inmediato de las políticas neoliberales como las privatizaciones de los servicios públicos, la desdolarización, una reforma fiscal progresiva donde pague más el que tiene más, el rescate del rio Lempa, fuente de la vida en El Salvador, la desprivatización del agua y el combate de todas las formas de extractivismo como los monocultivos de la caña de azúcar, entre otras medidas determinantes para el rescate de nuestros territorios. En conclusión es inevitable explicar la militarización en El Salvador sin abordar el contexto marcado por la guerra social y ésta a consecuencia del modelo neoliberal sostenido políticamente por el bi partidismo durante más de treinta años en el país. Es la hora de nuestros pueblos, en toda nuestra Abya Yala hay expresiones de lucha y el pueblo salvadoreño no se quedara atrás.
https://www.monografias.com/docs/Militarismo-En-El-Salvador-F38WPZZMY#:~:text=La%20historia%20de%20El%20salvador,el%20poder%20pol%C3%ADtica%20y%20ejecutivo. http://cirma.org.gt/library/index.php?title=648&lang=en&query=@title=Special:GSMSearchPage@process=@field1=encabezamiento@value1=LEVANTAMIENTOS%20CAMPESINOS.%20@mode=advanced&recnum=9 https://www.elsoca.org/index.php/america-central/el-salvador/1939-el-salvador-el-militarismo-nueva-amenaza-para-la-sociedad-salvadorena
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REPÚBLICA CAFETALERA EN EL SALVADOR


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El Salvador se forjo como republica cafetalera en el Siglo XIX, en la cual el café se transformó en el recurso base de la economía exportadora del país salvadoreño. El cultivo del café se introdujo en El Salvador por el presidente Eugenio Aguilar en 1846, en los tiempos del presidente Gerardo Barrios se intensifico dicho cultivo. Es donde surgen apoyos, es decir, reformas para algunas familias que cuentan con la capacidad de producir el “grano de oro”. Es donde surgen las 14 familias productoras de café, llamadas oligarcas. La oligarquía cafetalera tomo el frente del dominio, como el resalte en los gobiernos de las familias Meléndez y Quiñones durando del año 1913 al 1927.
Colindres (1976) En El Salvador, se introdujo el café en el año de 1846, por el Presidente Eugenio Aguilar, esto estimuló la producción de café con acuerdos proteccionistas para que cultivasen el nuevo producto que contrarrestará los efectos de la caída de la exportación del añil, también establece que el añil ya no era un producto rentable económicamente hablando, razón por la cual se buscó sustitutos a los que llama “frutos de mayor esperanza”, es decir, productos agrícolas que pudiesen exportarse. Moreno (2009) El café se posiciona como principal producto de exportación en el gobierno de Gerardo Barrios (1861-1863), el añil ya estaba siendo sustituido por colorantes artificiales. En 1881 el presidente Zaldívar aprueba reformas para la expropiación de las tierras. Colindres también menciona algunas políticas que se siguieron durante la oligarquía como por ejemplo que el criterio para que una tierra comunal fuese otorgada era que fuese cultivada en dos terceras partes de café; en caso contrario, regresaba al Estado. Las municipalidades debían dar árboles de café a sus ciudadanos para que los cultivases. Un decreto de 1846 daba un tratamiento especial a quien cultivase café otro “fruto de mayor esperanza”, así, aquel que tuviese 5000 árboles de cafeto, no pagaba impuestos municipales durante 10 años, ni impuesto de exportación durante los 7 primeros años y sus trabajadores se encontraban exentos del servicio militar Moreno hace mención que durante la oligarquía los campesinos sufrieron alta explotación y recibían muy bajos salarios, afirmación que también es compartida por Duke (1883) quien dice que la ración alimenticia que recibe cada mozo es, generalmente, tortilla y frijol. En algunas partes acostumbrase proporcionarles además, por la mañana, su taza de café..., el salario que cada mozo devenga, según datos recabados, son treinta y siete centavos diarios [es decir, aproximadamente 11 colones mensuales]”. Para el alcalde la manera de vivir de los colonos puede explicarse así: aquellos trabajadores que se dedican exclusivamente a las labores de determinada hacienda, en ella misma se les proporciona un rancho de teja para que instalen su vivienda; pero aquellos que llegan en cuadrillas, por ejemplo, se avienen a vivir en las galeras de las fincas donde se han provisto del trabajo diario. (“Informe del Alcalde Municipal de Sonsonate al Gobernador del Departamento”. 23 de mayo de 1932.
Documento sin clasificar. Alcaldía de Sonsonate). Pineda (2011) La oligarquía salvadoreña, formada hace más de un siglo, a través del cultivo y exportación del café; fue una de las etapas por las que paso El Salvador que influyeron para lograr el control del aparato de estado por parte de las familias oligarcas, esto ha logrado asegurar el control económico del país e influir hasta el momento poderosamente en su rumbo político. Estas familias oligárquicas llevan ya entre cuatro y cinco generaciones. Es desde mediados del siglo XIX y a la sombra de las cuantiosas fortunas acumuladas por la producción y exportación del café, que se viene gestando este nuevo grupo social que termina de imponerse por medio de las reformas liberales de finales del siglo mencionado. La oligarquía cafetalera agroexportadora, que vinculada a las reformas liberales de la década de los ochenta, logra determinar el rostro de la nación salvadoreña durante todo el siglo XX. Y sus herederos, en alianza con el capital transnacional globalizado, hoy mucho más poderoso que antes, continúan ejerciendo una fuerte influencia en el rumbo del país. La oligarquía salvadoreña es el producto histórico de tres procesos sociales que van interrelacionándose: la producción del café, su exportación y su crédito. Alrededor de estas tres actividades económicas se fueron formando núcleos empresariales nacionales y de inmigrantes que gradualmente fueron resolviendo sus contradicciones y fueron unificándose. Estas son las tres grandes raíces que explican el surgimiento de la oligarquía salvadoreña. Willson (1935) y Colindres hablan sobre los beneficios para la sociedad salvadoreña se manifiestan en la infraestructura, atención a la población, facilidad de inversión extranjera, creación de instituciones de apoyo al café y el desarrollo de políticas económicas.
Gracias a la expansión cafetalera, la economía salvadoreña creció a un ritmo nunca antes imaginado. Pero el crecimiento económico beneficio desigualmente a los diversos sectores de la población. El grupo dominante acumulo grandes riquezas. Además, algunos pocos campesinos e integrantes de la clase media pudieron tomar ventaja del crecimiento económico para mejorar sus condiciones de existencia. En contraste, hubo una tendencia marcada durante el periodo que culmino en la década de 1930 hacia el empobrecimiento de una tendencia marcada durante el periodo que culmino en la década de 1930 hacia el empobrecimiento de un significativo número de población rural y urbana. Herodoto el Rojo (2002) Después de la muerte de Gerardo Barrios le sucedió en el gobierno Carlos Meléndez. Los Meléndez y los Quiñónez eran cafetaleros, y abrieron su gobierno a la influencia norteamericana, desplazando definitivamente a los ingleses. Introdujeron el cultivo del algodón, el segundo producto del país, y con él se inició una industria textil. El artesanado urbano, en rápida transformación, había sucedido a los indígenas y campesinos en el liderazgo de las protestas populares. Desde mediados de los años veinte, el sector obrero se situó a la cabeza de las movilizaciones.
https://www.preceden.com/timelines/413207-estructura-de-la-rep-blica-cafetalera--sus-antecedentes--sus-consecuencias-econ-micas-y-sociales http://eduteka.icesi.edu.co/proyectos.php/1/16354 https://www.transparencia.gob.sv/institutions/minec/documents/296699/download
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ETAPA DE LA FEDERACIÓN CENTROAMERICANA


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A principios del siglo XIX Centro América formaba una Capitanía General dividida en las provincias de Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, El Salvador, Chiapas y Soconusco. Cada una de ellas estaba bajo la autoridad de un gobernador a quien se daba el nombre de Intendente. Poco después de Ja proclamación por el emperador de Méjico Agustín Itúrbide del Plan de Iguala, las provincias centroamericanas de Chiapas y Soconusco decidieron el 3 de septiembre de 1821 adherirse al citado Plan. El 15 de septiembre de 1821 se reunieron en el Palacio de los Capitanes Generales de Guatemala, bajo la presidencia del capitán general Gabino Gaínza, el arzobispo monseñor Cassau, los miembros de la Audiencia, el Cabildo, el Ayuntamiento y demás funcionarios, así como las personas de mayor posición e influencia política y social. En esa sesión, ante el entusiasmo de los reunidos, se firmó el Acta de Independencia, redactada por el licenciado José Cecilio del Valle. En ella se estipulaba que Centroamérica asumía desde aquel momento su Independencia de cualquier otra nación y que conservaría la Religión Católica con todos sus derechos y prerrogativas. Al frente del nuevo Gobierno quedó, [provisionalmente, el general Gabino JGaínza, asSstido por una Junta Consultiva. Inmediatamente de proclamarse la Independencia se envió a los Gobiernos de las demás Provincias o Intendencias un Manifiesto en que se ordenaba a las autoridades hacer una Proclamación análoga.
Los miembros de la Intendencia de El Salvador juraron con entusiasmo la Independencia; en cambio en las otras tres Provincias se dividieron las opiniones. En Nicaragua, Granada proclamó la Independencia sin condición alguna, pero León se declaró independiente de 119 GASPAR SAUZ Y TOVAK • España, de Méjico y también de Guatemala, «hasta que se aclarasen los nublados del día». En la provincia de Costa Rica, San José obedeció las órdenes de Guatemala; en cambio Cartago se declaraba provisionalmente independiente de toda autoridad que no fuera la de la propia ciudad. El 28 de noviembre de 1821, cuando todavía no habían transcurrido más que dos meses desde la proclamación de la Independencia, recibió el general Gaínza una comunicación del recientemente proclamado emperador de Méjico Agustín Itúrbide, exponiendo las razones en favor de la adhesión inmediata de Centroamérica a aquel Imperio. Hacía resaltar la imposibilidad que en la práctica se hallaba Centroamérica para defender su soberanía contra posibles ataques del exterior y terminaba anunciando el envío de tropas mejicanas con orden de facilitar la adhesión y proteger aquellos pueblos que la deseasen. Para conocer la opinión de las Provincias centroamericanas se convocó un plebiscito general. A principios de enero de 1822, una vez terminado el escrutinio de los votos y conforme el deseo de la mayoría, se proclamó la unión a Méjico. Este resultado fue motivo de grandes protestas, pues muchos pueblos no habían tenido tiempo de votar» La anexión de Centroamérica dividió los ánimos de los salvadoreños. Mientras los departamentos de Santa Ana y San Miguel acataron el decreto del Gobierno Central, San Salvador rechazó abiertamente la anexión a Méjico. El general mejicano Vicente Filísola, que mandaba el ejército enviado por el emperador Itúrbide a Centroamérica, entró en Guatemala y tomó posesión del Gobierno. Después trató de negociar con los salvadoreños y, no llegando a un acuerdo, avanzó sobre El Salvador, anexionándolo también a Méjico. Cuando el general Filísola hacía preparativos para ocupar el resto de Centroamérica llegó la noticia de la caída del Imperio mejicano. Se retiró entonces a Guatemala, convocando elecciones para el Congreso Constituyente previsto por el Acta de Independencia de 15 de septiembre de 1821. El 29 de marzo de 1823 se celebraron las elecciones para nombrar los miembros que habían de redactar la Constitución centroamericana.
Las causas por las cuales surgió esta confederación fueron variadas: -La independencia de Chiapas motivó a que las naciones de Centroamérica también obtuvieran su independencia. -La posible anexión al imperio mexicano de los estados centroamericanos. -Temor de las élites de la región en que fuese el pueblo quienes tomaran las riendas del proceso de alzamiento independentista. -Para establecer una “estabilidad” ante el potente poder disuasivo del ejército mexicano contra los pueblos centroamericanos. -Establecer una única representación internacionalmente e implementar un Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial en la región.
https://www.mined.gob.sv/materiales/f3/semana18/4grado/sociales/guia_aprendizaje_estudiante_4to_grado_sociales_f3_s18_impreso.pdf http://rd.udb.edu.sv:8080/jspui/bitstream/11715/788/1/2.%20La%20federacion%20de%20las%20provincias%20centroamericanas%20-%20decreto%20o%20realidad.pdf https://revistas.ucm.es/index.php/RCHA/article/download/38248/37005/ https://www.ecured.cu/Rep%C3%BAblica_Federal_de_Centroam%C3%A9rica
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ETAPA DE ANEXIÓN A MÉXICO


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ANEXIÓN DE C.A. CON MÉXICO
La anexión de Centroamérica a México ocurrió cuando el conservador clan Aycinena influyó en el presidente de Centroamérica Gabino Gaínza para que la recién independizada unión de provincias centroamericanas se anexara al recién formado imperio de México, gobernado por Agustín de Iturbide. El 29 de octubre de 1821, el entonces presidente de la regencia del imperio Mexicano, Agustín de Iturbide, envió a Gaínza un mensaje invitando a Guatemala a formar parte de México. Antes ya había escrito alentando a los centroamericanos a enviar a sus representantes a las futuras Cortes Constituyentes que se reunirían en la capital mexicana. Pero la nueva carta culminaba con el anuncio de un hecho político más concreto. Un numeroso ejército mexicano se dirigía a la frontera con Guatemala. Gaínza le contestó un mes más tarde, el 3 de diciembre de 1821, que era necesario consultar a diversos cabildos centroamericanos para dar una respuesta sobre la cuestión. Culminaba su contestación con estas elocuentes expresiones: "Espero que Vuestra Excelencia dejará en suspenso sus decisiones, y detendrá la marcha de su división armada, hasta la llegada de mi respuesta que le enviaré por correo el 3 de enero de 1822". Apenas dos días después de la fecha fatal, el 5 de enero, Gaínza pudo remitir su conteo (aún incompleto): 32 ayuntamientos aceptaban la anexión; 104 aceptaban con condiciones; 2 se oponían de plano, mientras que otros 21 opinaban que esta cuestión sólo podía ser debatida por el congreso que debía reunirse en marzo. A estos últimos no les faltaba razón, pues la ocurrencia de Gaínza de consultar a los cabildos, aunque le daba algo de tiempo, violaba la disposición N° 2 del Acta del 15 de septiembre: un "Congreso que debe decidir el punto de independencia general absoluta y fijar en caso de acordarla, la forma de Gobierno y ley fundamental que debe regir". Pero además surgieron sospechas sobre el recuento mismo, ya que se acusó al secretario de la Junta Consultiva que asesoraba a Gaínza, Mariano Gálvez, de haber acomodado el resultado a favor de la anexión. Pero es cierto que muchos pueblos (Comayagua, Ciudad Real de Chiapas, Quetzaltenango, Sololá, las intendencias de Nicaragua) se unían por iniciativa propia al Imperio, aun saltando por encima del conducto regular que incluía a Ciudad de Guatemala. Había apariencias de unanimidad y mucha presión puesta sobre esta decisión. Por lo mismo, Gaínza y la Junta Provisional Consultiva declararon la unión del Reino de Guatemala al Imperio de México en un acta firmada el 5 de enero en Ciudad de Guatemala. Los acontecimientos se precipitaron: -El 11 de enero El Salvador denunciaba la anexión como ilegítima, se declaraba en rebeldía y bajo la dirección de José Matías Delgado y Manuel José Arce se preparaba para la lucha armada. -El 23 de enero Iturbide nombró a Gaínza capitán general de Guatemala con carácter provisional. -El 25 de febrero Gainza ordenó que se tomara el juramento de adhesión al Imperio de México. -El 30 de marzo Iturbide dio a Gaínza el título de Lugarteniente General del Reino y le ofreció el puesto de gobernador de una provincia del Imperio o de Nueva Galicia, como premio por sus servicios. Gaínza pide el envío de las tropas mexicanas (600 hombres, bajo el mando de Vicente Filisola) ya apostadas en la frontera. -Las tropas de Vicente Filisola llegaron a Ciudad de Guatemala el 12 de junio. El 23 de junio, por orden de Iturbide, Gaínza dejó el poder en manos de Filisola y abandonó el país con rumbo a México.
Analizando bien el andamiaje colonial, uno puede llegar a la conclusión de que al finalizar la época colonial, las provincias supeditadas a la Capitanía General de Guatemala tuvieron enromes recelos de la administración colonial: “En un segundo momento esos Consulados, asentados en Guatemala, fueron la base de la élite que consolidaría el comercio en el istmo. El hilo conductor fue siempre una política que impedía de facto el libre comercio. Este fue uno de los motivos que empujaron a los conservadores centroamericanos, que no tenían lazos con esa élite, sobre todo de León, en Nicaragua, Comayagua, en Honduras, y Cartago, en Costa Rica, para que inmediatamente después de la independencia de España, solicitaran a México la anexión” (Centroamérica y México: desde la anexión hasta el Plan Puebla Panamá. Rosamaría Messén Ghidinelli). En este proceso de independencia se debe ver claramente que las élites conservadoras lo que más temían era que la independencia fuese proclamada por el pueblo y por ende, perdiesen los privilegios que la misma corona les había otorgado. ¡Qué contradicción más grande! fueron los agentes de la corona los que declaran la independencia, pero sus verdaderas intenciones y el propósito de la anexión al plan de Iguala esta resumida en un abstracto de la declaración de independencia de las provincias de Centroamérica: “Que siendo la independencia del Gobierno Español la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sobre ella el Congreso que debe formarse, el Sr. Jefe Político lo mande publicar para prevenir las consecuencias, que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo” (Acta de Independencia de Centroamérica). El temor a una insurrección popular hace que los criollos centroamericanos busquen la sombra de Iturbide y el plan de Iguala para protegerse de cualquier insurrección armada que aboliese sus privilegios. Esta se transformaría en la norma en nuestros criollos y futura burguesía, que buscaría la ayuda o el protectorado de alguna potencia en aras de defender sus privilegios materiales, en aquella época fue México, luego el imperialismo norteamericano. En 1823 fue derrotado Iturbide y el plan de Iguala fue aniquilado; para ese entonces las oligarquías criollas centroamericanas declaraban una segunda independencia proclamando Las Provincias Unidas de Centroamérica, en el acta de independencia quisieron enmascarar su incapacidad para construir un Estado y declaraban: “Considerando por otra parte: que la incorporación de estas Provincias al extinguido Imperio Mejicano, verificada solo de hecho en fines de 1821 y principios de 1822, fue una expresión violenta, arrancada por medios viciosos e ilegales”. Como vemos, nuestra primera independencia fue efímera, nuestra oligarquía nos supeditó a una potencia para preservar sus privilegios, en los hechos fueron incapaces de siquiera construir un Estado para la nación centroamericana. Pasados 180 años de la declaración del Plan de Iguala y nuestra anexión al imperio de Iturbide, la tradición de nuestras burguesías es tan entreguista como la de aquel entonces, por ende, será tarea de los y las trabajadores de Centroamérica luchar por nuestra verdadera liberación.
https://elsoca.org/index.php/america-central/movimiento-obrero-y-socialismo-en-centroamerica/3251-centroamerica-el-plan-de-iguala-y-la-anexion-a-mexico https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-47795903
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ETAPA DE LA INDEPENDENCIA


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Proceso de Independencia Centroamericano (1811-1824) Desde el punto de vista de los intereses económicos, en la primera década del siglo XIX, las autoridades coloniales españolas, realizaron una serie de medidas fiscales y económicas que limitaban aún más el desarrollo de las Oligarquías criollas centroamericanas, como el aumento de tributos y la consolidación de deudas estatales, para financiar las guerras europeas de la Corona española. Estas medidas acrecentaron el sentimiento pro independencia entre diferentes sectores criollos. A esta situación le sirvió como detonante y catalizador la Invasión Napoleónica a España en 1808, que significó el colapso temporal de la autoridad real y el inicio del proceso de independencia mexicano y centroamericano.
En el período de 1808 a 1814, se produjeron alzamientos en el territorio de la Intendencia de San Salvador: El Alzamiento del 5 de noviembre de 1811, conocido como el Primer Grito de Independencia, fue encabezado por José Matías Delgado, Manuel José Arce y los hermanos Aguilar en San Salvador. Se extendió en los días siguientes del mes de noviembre a las ciudades de Santiago Nonualcos, Usulután, Chalatenango, Santa Ana, Tejutla y Cojutepeque. Hubo dos alzamientos relacionados con éste que adquirieron relevancia, el del 20 de diciembre de 1811, ocurrido en Sensuntepeque, y el del 24 de noviembre de 1811, ocurrido en la ciudad de Metapán. Este último fue vencido en diciembre de 1811. El Alzamiento de 24 de enero de 1814, ocurrido en San Salvador, no tuvo éxito y la mayoría de los líderes independentistas fueron arrestados; siendo uno de ellos, Santiago José Celís, fusilado por las autoridades españolas. En este movimiento hubo una amplia participación popular. En mayo de 1814, Fernando VII regresó a España como rey, e inmediatamente restableció el absolutismo, derogando la Constitución de Cádiz. Los efectos de las medidas reales se hicieron sentir en Centroamérica, donde el Capitán General de Guatemala, José de Bustamante y Guerra, desató una persecución en contra de los independentistas y los defensores de las ideas liberales, que se prolongaría hasta su destitución en 1817. En junio de 1821, el Capitán General Urrutia fue sustituido por Gabino Gaínza. En agosto llegaron a Centroamérica las noticias de la Independencia de México, bajo los términos establecidos en el Plan de Iguala de Agustín de Iturbide. Ante esta nueva realidad, Gaínza convocó a la reunión de notables del 15 de septiembre.
Desde febrero de 1821, Agustín de Iturbide [2] había proclamado el Plan de Iguala, que dispuso la independencia de los territorios que hasta 1820 habían formado el Virreinato de Nueva España. Nació entonces el Imperio Mexicano, en un intento de monarquía que lo mantuviese bajo una bandera única, católica y conservadora, opuesta a las medidas liberales que se implementaban en España. El Congreso mexicano de 1822 proclamó Emperador a Iturbide como Agustín I. Para entonces, gran parte de Centroamérica, incluyendo a la Provincia de Guatemala, había proclamado su anexión a México. Destacamos que en momentos que los sectores más radicales apoyados por la gran masa de campesinos se inclinó por la inmediata independencia y la adopción del sistema republicano, es que se declaró formalmente el texto redactado por José Cecilio del Valle, siendo en estas condiciones que la propia Declaración de Independencia expuso que ocurría “…para prevenir…las consecuencias que serían temibles en el caso que las proclamase de hecho el mismo pueblo…”[3] Clásico ejemplo del temor de la oligarquía criolla a cualquier cambio de su preponderancia en cualquier terreno. Al concretarse la independencia centroamericana, se dieron tres opciones a la naciente unión de provincias: primero, conservar la unidad de las provincias; segundo, independizarse en naciones bien definidas; o tercero, anexarse al Imperio Mexicano de Agustín de Iturbide. Opción esta última que cobró gran fuerza entre la aristocracia conservadora guatemalteca, encabezada por el Márquez de Aycinena, como opción para frenar a los republicanos y como forma de defender los privilegios económicos de los sectores más reaccionarios. Por lo tanto, la noticia de la independencia desconcertó a la mayoría de los grupos conservadores en las distintas provincias y ayuntamientos de Centroamérica. La preocupación de los sectores, temerosos de perder sus privilegios, se tranquilizó cuando las autoridades de Guatemala recibieron una carta de Iturbide, quien se había proclamado Emperador de México, invitando a Centroamérica a unirse al imperio, como garante de sus interese económicos. La Junta decidió consultar a los ayuntamientos y respondieron dos tercios de ellos, de los cuales 168 aprobaron la anexión, y dos, San Salvador y San Vicente, rehusaron unirse a México. La Junta de Guatemala declaró la anexión a México el 5 de enero de 1822. Iturbide envió tropas mexicanas al mando del general Vicente Filisola para someter a las provincias rebeldes de San Salvador y San Vicente. El general Filisola entró con sus tropas a San Salvador en febrero de 1823, luego de derrotar a los salvadoreños en los combates de Guazapa y Guayabal y tras varios meses de resistencia. Cuando Filisola regresó a Guatemala, recibió la noticia de que Iturbide había sido derrocado y que México se había constituido en República, entonces Filisola le pidió a la Junta de Guatemala que convocara a los diputados centroamericanos para que tomaran una decisión. La Asamblea Centroamericana proclamó, el 1 de julio de 1823, la independencia de España, de México o cualquier otra nación y se constituyeron las Provincias Unidas de Centroamérica. Analizando este hecho, se nos hace evidente que la oligarquía criolla, conservadora y católica, de los diferentes territorios centroamericanos, primero declararon la Independencia de España ante el temor de la proclamación y vigencia de la Constitución de Cádiz (luego del “Pronunciamiento de Riego”) y su incorporación al Imperio Mexicano de Iturbide, para en un segundo acto y ante la caída de este último y la proclamación de la República en México; entonces proclamar la soberanía de cualquier tutela externa, primando la defensa de sus interés de clases y aprensión a cualquier situación política que pudiese afectarlos.
El 22 de diciembre de 1823 la Alcaldía Mayor de Sonsonate y la Intendencia de San Salvador acuerdan unirse, Ahuachapán se rehúsa hasta el 7 de febrero de 1824, cuando las dos provincias se unen totalmente y forman el Estado de El Salvador, perteneciente a las Provincias Unidas de Centroamérica. La Asamblea Constituyente fue presidida por José Matías Delgado y promulgó la primera Constitución federal, el 22 de noviembre de 1824. Para la organización definitiva del país, la Asamblea Constituyente nombró una comisión para redactar un proyecto de Constitución. Esta comisión, formada por cuatro diputados, trabajó primero en un documento denominado Bases de Constitución Federal, en el que se recogían los principios fundamentales de la futura Carta fundamental y se delineaba la organización del gobierno. Documento entregado el 25 de octubre de 1823al plenario de la Constituyente. El 17 de diciembre siguiente, la Asamblea dispuso hacer circular el texto, e invitó a las Provincias Unidas a formular y presentar observaciones o propuestas de modificación. Las Bases de Constitución federal se dividían en 45 artículos, distribuidos en diez partes o secciones sin numeración. En marzo de 1824 tomaron asiento en la Asamblea los representantes costarricenses, y a solicitud suya, el 4 de ese mes el cuerpo constituyente declaró que la Provincia de Costa Rica quedaba incorporada a la República del Centro y era una parte integrante de ella bajo el sistema adoptado en las Bases. La misma declaratoria indicó que las autoridades establecidas en Costa Rica continuarían en sus funciones hasta que se estableciesen las que debían regirla conforme a las Bases.
http://ambitointernacional.com/independencia-de-centroamerica-camino-al-bicentenario/ https://www.uls.edu.sv/sitioweb/component/k2/item/310-proceso-de-independencia-centroamericano-1811-1824 http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-96491.html
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ETAPA COLONIAL


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La Conquista de Centroamérica se inició desde Panamá en 1522 por Gil González Dávila, que al llegar a Costa Rica avanzó hasta los cacicazgos de Nicoya y Nicarao, y luego alcanzó el golfo de Chorotega. Desde México, en 1523, cuando Hernán Cortés envió a Pedro de Alvarado y Cristóbal de Olid a conquistar Guatemala, El Salvador y Honduras. Este proceso provocó la muerte de miles de indígenas, entre otros motivos, por las epidemias de viruela, disentería y sífilis que traían los peninsulares. Los sobrevivientes fueron esclavizados y puestos a disposición de los españoles para ser ocupados como parte de las servidumbres, para que realizan trabajos de agricultura y ganadería. Sin embargo, muchas de las costumbres y tradiciones de los indígenas sobrevivieron pese a la imposición de la religión y la lengua castellana. En el siglo XVII, La Corona española permitió una cierta autonomía a los colonizadores que, con la cooperación de la Iglesia y el Estado, dominaron a los nativos y mestizos, empleándolos como mano de obra no remunerada para realizar trabajos diversos.
EL PERIODO COLONIAL EN AMERICA CENTRAL
En 1502, navegando por las costas caribeñas desde el golfo de Honduras hasta Panamá, Cristóbal Colón tomó posesión de Centroamérica en nombre de la Corona española. Sus informes estimularon a los conquistadores españoles, pues hablaban de la existencia de riquezas y de grandes poblaciones detrás de las montañas del istmo. Diego, el hijo de Colón, había emprendido la conquista de la isla La Española (las actuales República Dominicana y Haití). En 1510, Vasco Núñez de Balboa fundó en el Darién la primera colonia productiva de América, y fue el primer conquistador en remontar el istmo para llegar a la costa situada al otro lado, cuyas aguas bautizó con el nombre de mar Pacífico. Su sucesor, Pedrarias Dávila, que había ordenado la muerte de Balboa en 1517, extendió la colonización hacia el norte y hacia el sur; en 1519 fundó la ciudad de Panamá, desde donde emprendió la conquista de Nicaragua y Honduras. Tras ella, el territorio de Centroamérica se convirtió en escenario de la lucha entre españoles que poseían intereses en Panamá, La Española y México. Pedro de Alvarado, el lugarteniente de Hernán Cortés, el conquistador de México, consolidó el control de todo el istmo, especialmente después del triunfo sobre los mayas de Guatemala. Los conquistadores asesinaron a una gran cantidad de indígenas, aunque las muertes entre éstos se debieron más a las epidemias de viruela, disentería y sífilis que llegaron con aquéllos. Los que sobrevivieron fueron esclavizados o reducidos a la servidumbre por los españoles, que implantaron una sociedad agrícola basada en instituciones traídas de la península Ibérica. No obstante, las costumbres y tradiciones indígenas se mantuvieron, gracias a que se establecieron muy pocos españoles en pueblos y ciudades. La Centroamérica colonial estuvo dividida en dos jurisdicciones. La audiencia de Guatemala, que se extendía desde Chiapas (actualmente estado del sur de México) hasta Costa Rica, era parte del virreinato de Nueva España y gozaba de cierta autonomía; su capital, Antigua, se convirtió en centro burocrático, eclesial, comercial y administrativo. El resto del territorio centroamericano (el que ocupa la actual república de Panamá), con su importante ruta de tránsito, se agregó al virreinato de Nueva Granada, inicialmente dependiente del virreinato del Perú. En el siglo XVII, España permitió una cierta autonomía a los colonizadores que, con la cooperación de la Iglesia y el Estado, dominaron y oprimieron a los indígenas y mestizos, empleándolos como mano de obra no remunerada. En el siglo XVIII, los monarcas Borbones trataron de regenerar el imperio introduciendo reformas que promovieran nuevas prácticas y actividades económicas, pero tales innovaciones pusieron a prueba la tradicional adaptación de los ricos colonizadores y de la burocracia.
Transformaciones de identidad en El Salvador en la época colonial temprana: La gente y cerámica de la villa de San Salvador en el siglo XVI La antigua villa de San Salvador (ahora llamada Ciudad Vieja) estaba en uno de los sitios tempranos de intensa interacción entre europeos y mesoamericanos. Ahora reposa en uno de los sitios coloniales mejor preservados del siglo XVI. Fundada en 1528, no fue construida dentro de un asentimiento indígena, como la mayoría de ciudades coloniales. Casi toda la arquitectura y un poco de la cultura material portátil recuperada por métodos arqueológicos, reflejan la cultura del Renacimiento, lo cual podría esperarse de un centro colonial. Las importaciones desde Sevilla eran más o menos lujosas, como platos de mayólica, vidrio italiano y comidas o vinos. Además, documentos históricos informan sobre la participación de los mixtecas y otros mesoamericanos en la conquista española de Centroamérica. La mayoría de la cultura material portátil, especialmente la cerámica, evidenció la existencia de una población indígena significativa en San Salvador. La mayoría de la cerámica estaba hecha localmente y conforme al estilo indígena, principalmente al pipil. Sin embargo, varios cambios en la producción y forma de la cerámica denotan cambios en la identidad de los habitantes indígenas de San Salvador. Por ejemplo, el hecho que adoptaran influencias estilísticas de España e Italia, usando platos al estilo mayólica, pero con diseños pipiles. La información estilística de estos platos sugiere que la villa de San Salvador continuó ocupada casi el doble del tiempo documentado por la historia, posiblemente hasta 1560. Durante esta ocupación extendida, una nueva generación creció con una identidad nueva, no simplemente la de las comunidades específicas de sus padres, sino en una nueva casta colonial: el ‘indio’, y además, como sansalvadoreños. Ciudad Vieja es el sitio de la segunda villa de San Salvador y el primer asentamiento permanente colonial en El Salvador. La villa de San Salvador supuestamente fue abandonada en 1545, sus habitantes se trasladaron a su sitio actual, la ciudad de San Salvador. Ciudad Vieja está ubicacada 32 km al noreste de San Salvador actual y 10 km al sur de Suchitoto, en el departamento Cuscatlán. Está localizada encima de una meseta pequeña, en un área conocida como La Bermuda. El Cerro Tecomatepe domina la vista de Ciudad Vieja, con el volcán Guazapa en la distancia occidental. La meseta no era un sitio idóneo para el asentamiento. Los pipiles de varios pueblos (supuestamente conquistados) se vieron obligados a cortar bosques densos, sacar piedras grandes y nivelar la meseta antes de la construcción [Daugherty, 1969: 49; Fowler, 1989: 82]. Ahora Ciudad Vieja está protegida por ley y en buen estado de preservación. Tiene poca vegetación y construcción moderna (al contrario de muchas ciudades coloniales situadas debajo de ciudades actuales, cuyo acceso a los restos arqueológicos se encuentra impedido). A pesar de la importancia histórica y arqueológica de este asentimiento temprano de la Conquista y de estar bien preservado y conocido por la historia, la investigación arqueológica sistemática empezó hasta 1996. En años recientes, varias instituciones han trabajado en la investigación, el manejo y la preservación de Ciudad Vieja, incluyendo a la Academia Salvadoreña de la Historia [Escalante Arce, 2002] y el Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (ahora, Secretaria de Cultura) [Erquicia, 2004]. La investigación más exhaustiva es el Proyecto Arqueológico Ciudad Vieja (PACV), dirigido por William R. Fowler. Este proyecto inició en 1996 y realizó (en colaboración y con el permiso del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte) un mapa topográfico, recolección de la superficie [Fowler y Timmons, 2006; Hamilton et al., 2006], prospección geofísica [Fowler et al., 2007], excavaciones extensas de quince estructuras y otros rasgos del sitio [Fowler ed., 2006; Hamilton, 2010] y el análisis de los artefactos recolectados de la superficie y de las excavaciones. El análisis de la cerámica de Ciudad Vieja, por el autor, y las consecuencias para nuestro entendimiento de las transformaciones en Mesoamérica durante la época de la conquista y la colonización española, forman los temas de este artículo.
San Salvador y la conquista española de America Central Después del imperio azteca en 1521, Hernán Cortés envió a su teniente Pedro de Alvarado a continuar la conquista de México a la Centroamérica. El 6 de diciembre de 1523, un grupo pequeño de españoles y varios miles de tlaxcaltecas y otros guerreros indígenas, aliados con el nuevo gobierno colonial, salieron del Ciudad de México/Tenochtitlán, al sur. Caminando en Oaxaca, Tehuantepec, Soconusco y las tierras altas de Guatemala, este ejército encontró poblaciones grandes y más o menos agradables, de zapotecas, mixtecas, y nahuas [Díaz del Castillo, 1955: 2: 122]. Pero en febrero 1524, comenzaron las batallas entre los conquistadores españoles y mexicanos y los k’iche’ mayas en Guatemala, culminando con una batalla cerca de Quetzaltenango, con pérdidas serias en ambas fuerzas [Díaz del Castillo 1955:2:123]. El 8 junio de 1524, los conquistadores (ahora 100 a caballo, 150 españoles a pie y 5000-6000 aliados mexicanos) encontraron un gran ejército pipil cerca de Acajutla [Alvarado, 1924: 80; Fowler, 1989: 137-138]. A partir de esta batalla y unos cinco días más tarde, cerca de Tacuscalco, los españoles y los mexicanos destruyeron la fuerza pipil y avanzaron a la capital de Cuscatlán. Los pipiles huyeron de la ciudad, y por buena razón: los españoles estaban tomando muchos esclavos de la gente, un negocio muy importante para los conquistadores en los primeros años de la época colonial [Las Casas, 1985: 79; Luján Muñoz y Cabezas Carcache, 1994: 55]. Poco tiempo después, los españoles y mexicanos regresaron a Guatemala.
https://www.mined.gob.sv/materiales/3cymmedia_soc/materiales/7/LT_septimo_grado_0_-p%C3%A1ginas-49-59.pdf http://memoriacentroamericana.ihnca.edu.ni/fileadmin/usuarios/mas_documentos/JCV/SEMANA%204/HISTORIA%20CA%202/Historia_de_CA_vol2_Cap1.pdf http://biblioteca.clacso.edu.ar/Mexico/iih-s-uv/20170608043740/pdf_473.pdf http://ri.ues.edu.sv/id/eprint/9794/1/Revista_La_Universidad_14c13.pdf
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ETAPA DE LA CONQUISTA


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 La conquista comenzó, de hecho, cuando Cristóbal Colón montó una base de operaciones en la isla La Española (hoy compartida por la República Dominicana y Haití) durante su segundo viaje. Desde allí, diversos exploradores españoles poco a poco fueron acumulando información sobre la existencia de la “Tierra Firme” hacia poniente, poblada por gente muy diferente a los nativos de las islas ya conocidas del Caribe. Por ejemplo, Colón se encontró frente a las costas de Honduras con una canoa de comerciantes mayas, quizás procedente de Yucatán, durante su último viaje en 1502. La canoa estaba repleta de mercadería jamás vista por los europeos en las islas del Caribe, como telas finas, armas de obsidiana y hachas de cobre. Era evidente que los tripulantes de la canoa pertenecían a una civilización que los españoles desconocían. Nadie se imaginaba la existencia del continente ni de las grandes civilizaciones nativas y sus inmensas poblaciones.

LA CONQUISTA DE MÉXICO: La colonización española del Caribe cumplía 25 años cuando se organizaron las primeras expediciones formales a Mesoamérica. En 1517, Francisco Hernández de Córdoba desembarcó en Yucatán, donde sufrió una derrota total a manos de guerreros mayas, quienes mataron a la mitad de sus hombres e hirieron a los demás. Al año siguiente, Juan de Grijalva dirigió una segunda exploración a Tierra Firme y llegó hasta Veracruz, desde donde pudo distinguir, a lo lejos, la cordillera nevada que rodea el valle de México. Grijalva no se percató de que entre los visitantes a sus barcos había funcionarios del imperio azteca, quienes rindieron informe al emperador Moctezuma de esta rara y extraña visita. En 1519, una tercera expedición zarpó de Cuba, provista de 11 barcos y 500 soldados puestos bajo el La conquista de Cuscatlán Yelmo, pica y espada usados por los conquistadores españoles. Tomado de: El Salvador. La huella colonial. Miami: Haff-Daugherty Graphics, 1996. p. 33. 52 mando de Hernán Cortés, con licencia para explorar pero no para conquistar o fundar una colonia española. Al llegar a Yucatán, Cortés supo de dos náufragos hispanos que llevaban más de una década de residir entre los mayas. Les hizo llegar cartas invitándolos a unirse a su expedición. Jerónimo Aguilar aprovechó el ofrecimiento, pero el otro español, de apellido Guerrero, declinó abandonar a su esposa e hijos mayas y su posición como capitán de guerra bajo un cacique local. Posteriormente, dirigió militarmente a los guerreros mayas en dos combates contra las fuerzas españolas. Cortés llegó después al territorio del actual estado de Tabasco en el Golfo de México. Ahora Cortés disponía de una forma de comunicación con las poblaciones locales. Aguilar traducía primero del español al maya yucateco, idioma que había aprendido fluidamente. Gracias a estos intérpretes, Cortés pudo enterarse de que varios millones de mesoamericanos pagaban tributo periódicamente al estado azteca. El ejército combinado de españoles y tlaxcaltecas emprendió el camino hacia la capital del imperio, México-Tenochtitlán. La organización social indígena se supeditó a los intereses de los conquistadores. Si bien, los pueblos autóctonos experimentaron un proceso de modernización este se hizo a un costo social muy alto.

LA CONQUISTA DE GUATEMALA: El papel que jugaron los tlaxcaltecas en la conquista de Cuscatlán fue decisivo. El hecho de que una pequeña fuerza de europeos haya podido conquistar a Tenochtitlán, la capital azteca de México, se debe principalmente a la asistencia de más de 10,000 guerreros tlaxcaltecas. Después de destruir la ciudad de México-Tenochtitlán, Cortés ordenó a sus capitanes consolidar el poder español sobre las distintas regiones de Mesoamérica. Los tlaxcaltecas continuaron siendo aliados indispensables en estas conquistas regionales, pues llegaron con Pedro de Alvarado hasta Cuscatlán. Concluida la conquista de Mesoamérica, se les prometió a los tlaxcaltecas que nunca habrían de pagar tributo en reconocimiento por sus servicios a la corona española. Pero los españoles faltaron a su palabra, pues pasados 30 años de la Conquista, a los tlaxcaltecas se les exigió el pago de los mismos tributos que a los demás indios mesoamericanos.  La nobleza tlaxcalteca formuló una petición a la Corona española para el restablecimiento de su estatus especial libre de tributos. La petición incluía una descripción dibujada y anotada sobre cómo los tlaxcaltecas habían ayudado a los españoles en la Conquista. El Lienzo de Tlaxcala era una gran tela de algodón, dividida en más de 80 rectángulos, cada uno de los cuales ilustra un episodio específico de la conquista. Entre los temas que se describen están la Conquista de México-Tenochtitlán y la del occidente salvadoreño por Pedro de Alvarado. Es comúnmente aceptado que artistas y escribanos nativos acompañaban a las fuerzas militares tlaxcaltecas y que el Lienzo de Tlaxcala fue elaborado directamente de los informes preparados en el campo de batalla.

(LIENZO DE TLAXCALA)

LA CONQUISTA DE CENTROAMÉRICA: Centroamérica fue conquistada desde dos rutas: una proveniente de Panamá y la otra de México. Gil González Dávila salió de Panamá, de Castilla de Oro, y llegó a Nicaragua en 1523. Asimismo, Andrés Niño emprendió una exploración a lo largo de la costa del Pacifico de Nicaragua hasta el golfo que bautizó con el nombre de Fonseca. Niño también recorrió la costa del actual El Salvador antes de regresar a Panamá.1 Desde México se planeó la conquista de Guatemala, Honduras y El Salvador, como ya se verá en el siguiente apartado. Las expediciones de exploración y conquista de Honduras procedieron de lugares diferentes: 1.De la isla La Española, bajo el mando de Gil González Dávila. 2. De México y Guatemala, dirigida por Cristóbal de Olid y Francisco de las Casas, enviados por Hernán Cortes en 1524, y por el mismo Cortés posteriormente. 3. De Panamá, comandadas por Andrés Niño y Gil González. 4. De Nicaragua, al mando de Francisco Hernández de Córdoba, enviado por el gobernador Pedrarias Dávila. 

En 1530, la resistencia indígena se hallaba generalizada en el noroccidente de Honduras. Sin embargo, en 1536 fue vencida por Pedro de Alvarado al tomar y destruir la capital rebelde, Cerro Palenque. No fue sino hasta 1539 cuando Francisco de Montejo, nombrado gobernador desde 1535, logró sofocar los levantamientos indígenas en el centro y occidente, pero la resistencia en el oriente persistió. Una tercera parte del territorio hondureño quedó fuera del control español hasta el siglo XVIII.3 En cuanto a la conquista de Costa Rica, en 1516, una expedición exploradora dirigida por Juan de Castañeda y Hernán Ponce de León llegó a Nicoya. En 1522, el grupo encabezado por Gil González entró por tierra a Costa Rica desde Panamá y recorrió parte del territorio que se conoce hoy como la provincia de Guanacaste. La pacificación del Valle Central se llevó a cabo en 1573, al mando de Alonso Anguciana de Gamboa. En ese momento las poblaciones indígenas ya habían sido debilitadas por el acoso español y diezmadas por las enfermedades.



LA CONQUISTA DE CUSCATLÁN: Después de tomar la ciudad de México-Tenochtitlán, Hernán Cortés se ocupó de consolidar el control sobre el territorio del imperio azteca y las regiones aledañas. Hacia el sur, existían dos estados importantes en tierras altas guatemaltecas, gobernados por grupos mayas diferentes. Los quichés controlaban la mayor parte del área occidental, mientras que el oriente de las tierras altas estaba bajo el dominio de los cachiqueles. El estado quiché colindaba con el límite sur del imperio azteca, por lo que existían algunas relaciones entre los dos. De hecho, un gobernante quiché estaba casado con una mujer de la nobleza azteca, y los quichés hacían “regalos” a los aztecas, probablemente eran pagos de tributo. En 1522, Cortés envió a dos españoles para recoger información sobre este grupo maya. Los emisarios españoles visitaron la capital quiché, Gumarcaaj, cuyo nombre en náhuatl era Utatlán, y brindaron datos importantes para planificar la Conquista. Así se supo que los estados quiché y cachiquel peleaban constantemente entre sí y con otros vecinos. Los españoles de nuevo estaban en condiciones de sacarle provecho a las rivalidades entre los nativos, de la misma forma en que Cortés había explotado las diferencias entre grupos en México. Para dirigir la Conquista de las tierras hacia el sur, Cortés escogió a su lugarteniente, Pedro de Alvarado, quien partió de México-Tenochtitlán en diciembre de 1523 con unos 300 soldados españoles y más de 5,000 “indios amigos”, sobre todo tlaxcaltecas y algunos guerreros del caído imperio azteca. Pedro de Alvarado envió dos cartas a Cortés con los pormenores de la expedición. Los tlaxcaltecas llevaban su propio registro de la campaña, que años más tarde quedaría plasmado en el Lienzo de Tlaxcala. El lienzo de Tlaxcala es un códice en el que se narra la llegada de los españoles y los primeros hechos de la conquista del territorio novohispano. Recrea escenas de la Conquista y los servicios que los principales y guerreros tlaxcaltecas habían prestado a España. 

FUENTE: MINED. https://www.mined.gob.sv/descarga/cipotes/historia_ESA_TomoI_0_.pdf





 



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